jueves, 9 de enero de 2014

Comunicándonos mejor en el programa conductual


La comunicación humana tiene un lenguaje que es, o puede llegar a ser abstracto, cuando me refiero a este término, me oriento no a su acepción conceptual – sin la cual, la comunicación humana seria más larga y dificultosa - si no a que puede llegar a ser lo opuesto a lo concreto o intangible,  y a que en la mayoría de las veces, su aplicación práctica es imposible,  nula o sometida a muchas interpretaciones. En psicología ocurre algo parecido, los diferentes enfoques entrampan el entendimiento de muchos colegas que usan términos que pueden ser interpretados por el sentido común, y como ya se sabe – la inteligencia y la razón parece ser una de las riquezas mayor distribuidas en el mundo porque todos creen tener lo suficiente – muchas personas, incluyendo padres, maestros y psicólogos, le dan su propia interpretación y creen tener la razón.

Consideremos algunos problemas que se presentan en el tratamiento, Jorge es un “ludópata” y su esposa quiere ayudarlo a dejar de serlo. María es obsesiva compulsiva, el señor de la tienda es gruñón con los clientes, la señora que dice que su hijo de quince años es flojo por qué no tiende su cama y no le ayuda en los quehaceres de la casa, la maestra que quiere aumentar el potencial de sus alumnos y en especial el de José por que le “ve” que puede “rendir mas” y necesita una educación especial, Renato de diez años es hostil y así le hicieron ver en el colegio a los padres, estos no están de acuerdo por que “él no es así”. El sentido común puede dejar entender estos términos, pero tal vez  habrá dificultad en alguien que observe a estos personajes por ejemplo: Jorge dice que solo va los fines de semana al casino y que lo hace porque se des estresa de esa manera,  tal vez el muchacho de quince años es flojo pero le gusta jugar futbol y para eso si es bueno y muy interesado, se levanta temprano, se baña se viste con sus implementos deportivos va a comprar el desayuno porque su entrenador le dijo que debe alimentarse bien etc. María dice que no es obsesiva ya que de verdad ocurren muchos accidentes según los medios de comunicación. Renato dice que responde así  solo a veces y cuando sus amigos le hacen bromas pesadas.  Y el que reparte pan dice que el señor amargado de la tienda no lo hace con todos, solo se enoja cuando le pagan con billete grande de a cien artículos que cuestan tres a cinco soles.

Cuando se hace un tratamiento conductual se reduce al mínimo los problemas planteados anteriormente, los desacuerdos dan paso a términos y objetivos concretos y dirigidos a objetivos observables. Términos como “ludópata” “obsesiva-compulsiva” “flojo” “gruñon” “hostil” no nos permite establecer objetivos y mediciones confiables en el cambio de conducta, ya que después del tratamiento el adolescente será ¿“menos flojo que antes” “Jorge habrá disminuido su obsesión compulsiva”  en qué consistirá la educación especial de José cual es el objetivo “alcanzar una educación integral”? .

Como en un programa o tratamiento conductual, se trata de alcanzar la conducta meta, esta, debe ser descrita en términos objetivos. ¿Qué debe llegar hacer José para  saber que tiene potencial, hacer más tareas de lo habitual, hacer más operaciones matemáticas, resolver más problemas? Al señor “ludópata” sería bueno hacer un programa para que disminuya su asistencia los días sábados para empezar o disminuir las horas de permanencia en el casino, esto es más medible que decir que es “menos ludópata que antes”.  Renato tendrá que disminuir a cero la emisión de lisuras y aumentar las quejas asertivas a su maestra, en vez de decir que deje de ser hostil. Al adolescente se le reforzara con mas horas de futbol si arregla su cuarto cantes de irse a hacer deporte. Estas metas nos orientan y ordenan términos y conceptos, evitan conceptualizar problemas como enfermedad o etiquetarlos con términos que después pueden influir en su manera de pensar o aceptarse, son términos propositivos por que en su mayoría buscan la aparición de nuevas conductas.

Así que mi recomendación es que cuando quieran etiquetar a sus hijos o familiares, mejor lo hagan nombrando la conducta que quieren que cambie, disminuya o aparezca.

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