martes, 12 de marzo de 2013

La soledad


Si el hombre es un ser social como nos dice la teoría socio biológica la soledad seria esa bifurcación ontológica no encontrada. Venimos al mundo solos, a menos que vengamos con algún mellizo o gemelo, por lo general,  se viene a este mundo solo, después de estar nueve meses dentro del vientre de una madre es cierto, pero separado por la placenta, que si bien nos conecta con el exterior, también nos separa de ella. La sociedad es ese algo que no se puede evitar, estamos acompañados aun en contra de nuestra voluntad, no hay salida, conforme crecemos nos damos cuenta que existe una sociedad que reprime, esa represión socialmente comprensible nos aleja de ella, la necesitamos para no dar rienda suelta a todo los miles de años de evolución que traemos puesto en nuestra piel, pero nos separa a la vez, el respeto a los demás se tiene que aprender, no venimos con ese respeto al prójimo como con la capacidad de hablar, es un asunto social que nos obliga a respetar al otro. Sin esa obligación, nos comeríamos los unos a los otros, para los que no quieren esa, digamos, obligación moral, tienen la Ley que es una especie de venganza legal.

Los misántropos prueban que la soledad es un recurso de amor propio que traemos como especie, Oscar Wilde, Nietzsche, eran hombres que preferían estar solos, despreciaban al género humano, pero no era un desprecio selectivo a tal o cual cualidad, era un desprecio ontológico como especie, para Nietzsche por ejemplo, la autarquía de su superhombre era el requisito para su soledad, aunque creo que hubiera cambiado de opinión cuando llego a su estado de demencia y tuvo que ser ayudado para poder sobrevivir. El problema de aceptarnos como seres solitarios se da  cuando estamos ya dentro de la sociedad, y no queremos aceptar la cualidad solitaria, entonces nos volvemos selectivos, con el peligro de volvernos discriminativos sin querer, o queriendo, no lo se, desde escoger a nuestros amigos a seleccionar nuestra pareja, si se pudiera tener esa facultad para escoger a nuestros familiares, la vergüenza y el complejo existirían mucho menos.

Para los griegos éramos animales sociales. Aristóteles pensaba que el hombre autosuficiente o era un bruto o era un Dios. Pero los griegos muy proclives  al presente y a alinear su sentir en el cuerpo, no conocían de espacios. Aunque creo que llegaron a conocer la soledad en el dolor del sufrimiento impuesto por sus dioses, el mismo Heracles sufrió solo su locura. La Rochefoucauld decía que el hombre es por naturaleza un ser solitario. La insociabilidad sociable del hombre pensado por Kant era el sentimiento dual de sentirse solo pero a la vez querer o necesitar estar en sociedad. Para Kant el hombre tiene estas dos cualidades, la soledad natural de hacer su voluntad y el principio regulador de su imperativo categórico “comportante como quieres que los demás se comporten” esto última para él, era lo que podía sacar lo mejor del hombre.

Si buscamos dentro de nosotros nos quedaremos más solos aun, desde un enfoque fenomenológico, nadie puede sentir lo que otro hombre siente, podemos hacer nuestro mejor esfuerzo, pero sabemos de antemano que el sufrimiento y el sentir del ser humano es solo suyo. Reconocemos el dolor en el otro como un hecho objetivo por sus formas, pero no por su sentir en sí mismo.

La soledad del hombre que decide su libertad es más dura aun, mas cuando de responsabilizarse por las consecuencias se trata. El miedo que el hombre siente cuando se encuentra solo en el mundo dispuesto a la decisión de su libertad es lo que Sartre llamo “la nausea”, consecuencia del miedo de no tener a Dios y ser responsable él mismo de sus actos y sus consecuencias. La nausea sería el equivalente a la neurosis freudiana,  el miedo que se somatiza sin perder de vista la realidad que sufre. La soledad también puede ser una búsqueda de identidad, como por ejemplo, la tomada por Octavio Paz como concepto base de su análisis de la sociedad mexicana que busca romper la careta del nacionalismo que esconde un no ser, o ser en el mejor de los casos, lo que se esconde dentro de la máscara.

La soledad si es vivida por decisión propia sufre menos que la soledad impuesta desde la sociedad como una negación, los incomprendidos sufren  lo que los solitarios voluntariosos no sufren, aun las revoluciones tienen que tener la aceptación de la sociedad.

El ateísmo es una soledad religiosa, mejor dicho antirreligiosa, usaremos mejor el término laico, aunque el anti en este caso, no se escapa de la conexión con ese Dios que el ateo niega, aunque sea para precisamente negarlo. En el amor, en la mayor parte de las relaciones se está realmente solo, en el orgasmo por ejemplo, siempre se llega solo, la intimidad es muy difícil compartirla en todo su esplendor,  - salvo que encuentres a aquella persona que tenga la sensibilidad y la experiencia necesaria para saber cómo llegar juntos – acabaras siempre solo. Quedarse solo en el amor es mejor a  nunca haberlo conocido. Aunque hasta para quedarse solo en el amor hay que tener eso que llaman dignidad y respeto por uno mismo y por el otro. No hay peor soledad que la que no se busca. En cualquier caso, el hombre solitario o el hombre social, dos seres, la dualidad que nos pone en la balanza y descubrirá en nosotros dos cualidades que desarrollar, dependerá de cuál de las dos desarrolle primero, para sacar lo mejor o peor de nosotros.

 

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