viernes, 8 de marzo de 2013

LA MUJER


Los incautos –tontos dirán algunos – preguntan ¿ Que haríamos sin ella? como
 si se pudiera imaginar la belleza de este mundo sin la presencia de la mujer,
es más, como si pudiera imaginar un mundo sin mujeres, este mundo sería
– si existiera – un desierto en donde faltaría el oasis en donde el sediento de
afecto se sentaría a morir ante la escases de sus refrescantes besos.

 Pero la mujer es más que besos, no seré como algunos que ven edipicamente
 a la mujer y ven a sus madres, hermanas o hijas, esas cosas psicoanalíticas
se lo dejamos a los expertos de la interpretación subjetiva freudiana, a la
mujer se le debe de ver como ese complemento real y objetivo sin el cual
 el hombre no viviría para contarlo, tampoco diré ilusamente que todas son
 buenas, como en el hombre, existen con errores y maldad que hay que evitarlas.
 Publico de nuevo un artículo que puse hace tiempo ya de Ortega y Gasset en donde
 el habla de su idea de lo que es una mujer, y que me parece genial,  aunque debo
añadir al gran Ortega que la mujer es eso y mucho mas.

 “Transcribo un pequeño pasaje del curso “El hombre y la gente” que
José Ortega y Gasset dicto en Buenos Aires de 1949 a 1950 pasaje
referida a la mujer: “La relativa hiperestesia de las sensaciones organicas
 de la mujer trae consigo que su cuerpo exista para ella más que para el hombre
 el suyo. Los varones normalmente olvidamos a nuestro hermano cuerpo, no
 sentimos que lo tenemos si no es la hora frígida o tórrida del extremo dolor
 o el extremo placer. Entre nuestro yo puramente psíquico y el mundo exterior
 no parece interponerse nada. En la mujer por el contrario, es solicitada
constantemente la atención por la vivacidad de sus sensaciones intracorporales:
 siente a todas horas su cuerpo como interpuesto entre el mundo y su yo ,
 lo lleva siempre delante de si, a la vez como escudo que defiende y rehén
 vulnerable . Las consecuencias son claras: toda la vida psíquica de la mujer esta
 mas fundida con su cuerpo que en el hombre; es decir, su alma es mas corporal, pero,
viceversa, su cuerpo convive mas constantemente y estrechamente con su espíritu,
es decir su cuerpo está mas transido de alma. Ofrece, en efecto, la persona femenina
un grado de penetración entre el cuerpo y el espíritu mucho más elevado que la
varonil. En el hombre comparativamente suelen ir cada uno por su lado; cuerpo y
alma saben poco uno de otro y no son solidarios, más bien actúan como irreconciliables
 enemigos. En esta observación creo que puede hallarse la causa de
 ese hecho eterno y enigmático que cruza la historia humana de punta a punta y
 de que no se ha dado más que explicaciones estúpidas o superficiales. Me refiero
a la inmortal propensión de la mujer al adorno y al ornato de su cuerpo. Vista a la
 luz de la idea que expongo, nada más natural, y a la par, inevitable. Su nativa
contextura fisiológica impone a la mujer el hábito de fijarse, de atender a su cuerpo,
que vienen a ser el objeto más próximo en la perspectiva de su mundo. Y como la
cultura no es más sino la ocupación reflexiva sobre aquello a que nuestra
 atención va con preferencia, la mujer ha creado la egregia cultura
del cuerpo, que históricamente empezó por el adorno, siguió por el aseo y
 ha concluido con la cortesía, genial invento femenino que es, en resolución,
 la fina cultura del gesto”.

El resultado de esta atención, constante que la mujer presta a su cuerpo es que
este nos aparece desde luego como impregnada, como lleno todo él de alma.
En este caso se funda la impresión de debilidad que su presencia suscita en
nosotros. Porque en contraste con la solida y firme apariencia del cuerpo,
 el alma es algo trémulo, el alma es algo débil. La atracción erótica que en el varón
produce no es, como siempre nos han dicho los ascetas ciegos para estos asuntos
, suscitadas por el cuerpo femenino en cuanto cuerpo, sino que deseamos a la mujer
 por que el cuerpo de ella es un alma”

LO DIFICIL DE APLICAR EL TRATAMIENTO


Me acuerdo cuando era estudiante en la universidad,  preguntaba a algunos profesores principalmente los de psicoanálisis y conductismo cual era la intervención más efectiva para el paciente y cuál de ellas tenía una mejor base epistemológica, salíamos del salón hablando algo de filosofía de la ciencia en el poco tiempo en que duraba el trayecto entre el salón de clase y el auto del catedrático. En la universidad me fascinaba el psicoanálisis, era una teoría muy lógicamente sustentada, su base teórica era consistente, en cambio el conductismo era digamos, simplón en sus características de ser una ciencia seca y de laboratorio. La parsimonia del conductismo era frustrante para responder a todos los problemas, en eso, le ganaba el psicoanálisis, este enfoque lo explica prácticamente todo, supera a la práctica, o mejor dicho la rebasa y la jala a su laberinto literario.

Sin embargo esa parsimonia que hace al conductismo algo simple, es una falacia, la sencillez de una teoría no es tanto en su cuerpo teórico como en la explicación que hace de su objetivo, en este caso la conducta, es más, esa parsimonia es necesaria en una ciencia de la conducta  para qué pueda liberarse de la interpretación, esa interpretación que tanto daño ha hecho a la psicología en los últimos cincuenta años, a tal punto que términos como frustración, complejo de Edipo, trauma, han calado hondo en el ideario común del hombre de la calle,  y forma parte de su lenguaje común sin ni siquiera  saber su exacta función.

En una de esas conversa con un profesor de análisis funcional le pregunte ¿es acaso el conductismo más fácil de aplicar que el psicoanálisis? Al menos en ese tiempo creía en eso de la simplicidad de la vida universitaria que genera esa dicotomía entre lo fácil y difícil, a lo que el profesor me contesto que era al contrario, que el psicoanálisis era más fácil, y que lo complicado era el conductismo, porque entre otras cosas, la relación terapéutica entre cliente y psicólogo es objetiva en sus metas, utiliza el método de análisis funcional identificando  las variables que intervienen en la aparición y control de la conducta, este análisis funcional debe tener en cuenta al organismo sujeto de intervención, como un todo, los estímulos antecedente y consecuentes  que genera y controla la conducta emitida. Además de esto, en la intervención conductual, no solo entra el terapeuta y el cliente, sino los padres en caso de niños y familia en caso de adultos, debemos contra también a los profesores que son una pieza clave para la aplicación del tratamiento. Este conjunto de personas, cada una con sus propias características personales  puede ser de ayuda para el éxito de la intervención conductual o pueden ser también  estímulos adversivos a la misma.

Terminando los estudios universitarios y ya en la práctica clínica en un hospital, tuve que darle la razón al profesor,  hacer y aplicar la intervención  conductual  no es cosa de juego, se debe lidiar con los padres y profesores, variables multifuncionales en casa y escuela que constituye el ambiente natural de la aplicación. Aunque en el consultorio es interesante detectar las conductas significativamente relevantes que tiene el cliente, en este punto debo anotar que  siempre se da, y si el cliente no lo muestra, soy de la opinión de que se debe provocar,  es importante que en las sesiones terapéuticas se genere la ampliación y control de las técnicas y entrenamiento en casa y escuela. En este asunto los padres son pieza importante en la aplicación y supervisión de que los niños por ejemplo, ejerciten los entrenamientos en casa y en la escuela el rol lo debe cumplir los profesores. En caso de clientes adultos – y en esto ayuda el contrato terapéutico -  los autor reportes  previamente entrenados sirven para el seguimiento en el ambiente natural.

Lo difícil de aplicar el tratamiento no se debe al tratamiento o la técnica en sí misma, se debe al condicionamiento que presenta el cliente en presentar la conducta problema y que batalla constantemente en contra de ella o su favor. En ciertos casos el aprendizaje de esas conductas problemas se establecen muy intensamente en el cliente que es difícil para ellos su aplicación. En caso de los padres, sus características personales ayudaran o no a la aplicación de las técnicas y entrenamiento en casa.

Una vez superado este problema que depende de la actitud que el cliente presente ante la intervención, las causas de  su conducta– y ante el terapeuta – observara los cambios y esto le ayudara a comprender mejor la explicación que tuvo de la conducta problema.

Toda teoría o  enfoque psicológico que trata de describir, explicar e intervenir en las causas de la conducta son respetables, y dependiendo del problema, el tiempo y el esfuerzo en aplicarlas tienen su efectividad, unas más que otras, pertenece a la ética del profesional advertir al cliente que dependiendo del enfoque  que se use, demorara sus resultados.

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